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Hilanderas   del   amor

Paula Andrea Gamboa

31 de Enero de 2022

Hilanderas del amor: Titular

Mi madre dice que las lecciones de la vida son más útiles que las que aprendo en la academia, con el tiempo me he dado cuenta de que tenía razón en sus apreciaciones, que tenía razón en sus comentarios sobre la vida, y que sin duda la universidad de la vida es la mejor maestra.

Recuerdo llegar a altos muy en la mañana, si mi memoria no falla era un jueves o quizá miércoles, altos de la florida parecía ser un lugar muy lejos, la travesía para llegar allí parecía eterna, con mucha expectativa llegue al lugar que muchas semanas atrás ya me habían nombrado y que no conocía sino por referencias de otros amigos que habían pasado misión allí años anteriores, hasta ese momento todos daban referencias hermosas de la comunidad, y solo cuando yo viví la experiencia pude comprender que quien llega allá de misión o por algún proyecto social deja, quiera o no, un pedazo de su corazón.

​Las mujeres, las niñas y los niños, los abuelos, los jóvenes, los perritos y el ambiente hogareño que habita altos no solo enamoran a quien llega, sino que da lecciones de valentía, resiliencia, y lucha constante. Cuando llegué al barrio, encontré en particular una población que no solo llamó mi atención, sino que me demostró sin pedirlo que ante la fuerza no se pierde la ternura de corazón y que donde come una comen siete y quizá ocho, sin duda al grupo de mujeres las llevaré en mi memoria mucho tiempo, recordando que la lucha desde el amor y el servicio es su revolución.

Romantizar las problemáticas de altos de la florida, sería negar la lucha constante del barrio ante las diversas situaciones que viven día a día, sin importar la falla o la situación que vivan como comunidad no se dejan vencer y no pierden de vista que unidos no los podrán explotar como dice la canción de Jorge Veloza.

Aunque me gustaría seguir hablando de la población en general dada la admiración que me llevo de esta experiencia, sin duda quiero hacer énfasis en una lección de vida que me dieron las mujeres de Altos de la Florida. Estaba yo hablando con ellas, quienes se reúnen en la casa pastoral Nuestra Señora del Camino y mientras las veía tejer con habilidades sorprendentes les preguntaba cosas sobre el tejido, mientras eso pasaba me dijo una de ellas.

- Es que si el tejido falla en algún punto toca desbaratar y volver hacerlo-

le dije sorprendida - ¿Volver hacerlo?... ¿todo? -

Me respondió -Como todo en la vida, cuando algo está mal, toca volver a empezar-.

Mi sorpresa no fue poca al escuchar a la señora con una sabiduría fuerte y sagaz decirme que la vida es como un tejido que implica atención y si es necesario volver a reconstruirla. Pensé que solo la lección aplicaba para el tejido de hilos, pero quien ha ido a altos sabe que no solo se habla de hilos, sino de la misma comunidad, que día a día se entreteje entre necesidades, sentires y sueños buscando luchar para construir mejores tejidos sociales para las futuras generaciones.

Las mujeres de la comunidad destilan amor, cuidado, berraquera, sueños, dolores, pérdidas, despojos, ausencias y quizá mucha memoria llena de dolor que con el paso de los años solo se refleja en sus historias, puesto que al mal tiempo le han puesto fe y muchas ganas de no dejarse vencer. Como madres cabeza de hogar, como pilares de familias y sociedad solo generan respeto y admiración, porque, aunque la vida no les ha dado el mejor pago, ellas entre sueños, rifas, encuentros, bingos, reuniones en la casa pastoral y oraciones no han dejado nunca de resistir ante la adversidad.

Como misionera encontré a Cristo resucitado en el rostro de aquellas mujeres que no se quedaron en la muerte y el dolor de sus vivencias, sino que caminaron hacia la fuerza y la resurrección de un mejor camino. Altos es un lugar lleno de familias que, buscando un mejor futuro, el destino las llevó a esos lugares y ellas con esfuerzo construyeron ladrillo a ladrillo lo que soñaban se convirtiera en sus hogares.

La lucha sigue para ellas y para la población de altos, sin duda son el mejor testimonio del evangelio en la tierra, ellas comprenden muy bien qué es dar de comer al forastero o misionero, que es consolar al que sufre y cuidar al que está enfermo. Si me preguntaran a mí diría que en altos de la Florida está la plena revelación del reino de los cielos, uno en el que se pasa bueno, pero también se sufre y en el que día a día se lucha soñando un mañana mejor.


Gracias comunidad de Altos de la Florida, en especial al grupo de mujeres “Entretejiendo sueños”, por enseñarme que el amor existe y está en ustedes.


No olviden que ustedes son el evangelio vivo...

Bienaventurados los que trabajan por la paz,

porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,

porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Mateo (5,1-12)

Hilanderas del amor: Texto

©2022 por Casa Pastoral Nuestras Señora del Camino

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